Unidades de Estado Sólido (SSD) en su productividad
Imagen cortesía de: Cinecamera.net |
Ahora que las Unidades de Estado Sólido (o SSD por sus
siglas en inglés) han empezado a ingresar con mayor fuerza al ámbito
productivo, es un buen momento para empezar a analizarlas y tener una mejor
idea de su funcionamiento. Lo particularmente interesante de esto son los
muchos mitos que hay en su torno y que, en muchas ocasiones, llevan a las
empresas, CIOs y CTOs a decantarse por los discos duros estándar. La idea de
este texto es que Usted, estimado lector, tenga una clara perspectiva de lo
relacionado con las SSD.
¿Qué es un SSD?
La Unidad de Estado Sólido (Solid State Drive o SSD) es un
circuito integrado compuesto de chips de memoria Flash que almacena datos de
manera persistente. Las SSD originalmente tuvieron un formato similar al de las
unidades de disco duro de 2.5” con interfaces de conexión SATA para facilitar
su conexión con las populares interfaces de disco de los equipos de cómputo
actuales. Si bien este esquema es práctico, lo que no es práctico es que limita
seriamente su velocidad al ofrecer, cuando mucho, una tasa de transferencia de
600MB/s (propio de SATA-3).
Ante lo anterior, se han hecho opciones que se conectan
directamente al bus PCI Express (mismo que en su versión 3.x ofrece, al menos,
una tasa de transferencia de 985MB/s y hasta 15.75GB/s en x16). Cabe hacer
notar que, aún al conectarlo a SATA-3, la SSD ofrece una significativa mejora
de transferencia respecto a un disco duro estándar. Los discos duros ofrecen,
cuando mucho, unos 130MB/s (7200RPM) cuando el sistema operativo está recién
instalado. Conforme se van llenando de información (y si están fragmentados),
su tasa de transferencia puede reducirse a tan sólo 60MB/s, lo cual es la
principal causa de lentitud de una computadora—en especial cuando ésta tiene
poca memoria RAM y se hace un fuerte uso del archivo de paginación.
Es de destacar que la nueva especificación SATA 3.2 ofrece
una tasa de transferencia de hasta ~2GB/s, lo cual significa un importante
avance y una extensión de la vida de esta conexión, con la finalidad de seguirla
aprovechando con fines de compatibilidad. Sin embargo, las unidades SSD cada
vez más están migrando hacia un novedoso esquema de conexión conocido como M.2
(también conocido como Next Generation Form Factor o NGFF). Se trata de una
conexión que puede tener tres modos de interfaz: uno de esos modos es SATA 3.2
(que puede funcionar en modo SATA 3.0 por compatibilidad), el otro es PCI
Express 3.x (de hasta 4 líneas, donde éste es, definitivamente, el más rápido),
y el último es USB 3.0.
Rendimiento de un SSD
Al tratarse de tecnología de estado sólido (chips), la
velocidad de un SSD es uno de los estandartes más importantes que enarbola. La
memoria Flash—la tecnología subyacente de un SSD—es una tecnología más rápida
de leer que de grabar (como ocurre con casi cualquier dispositivo E/S). La
capacidad de L/E (Lectura y Escritura) depende enormemente de la tecnología
Flash empleada, la calidad de los materiales utilizados así como de su
controlador: el conjunto puede afectar o beneficiar la velocidad de L/E (y, por
ende, la capacidad de respuesta de un SSD). Sin embargo, es bueno saber que los
tiempos de respuesta de un SSD se encuentran entre 50 y 150μs (entre ~166 y 500
mil veces más lento que un procesador de 3GHz). Aunque ese tiempo de respuesta
parezca impresionantemente lento, un disco duro tiene tiempos de respuesta que
van de 1 a 10ms (entre 3 y 33 millones de veces más lento que el mismo
procesador). Así, la ganancia es evidente.
En términos de eficiencia energética, un SSD tiende a
consumir la tercera parte de lo que consume un HDD, lo cual se traduce en mayor
vida de la batería o en un consumo menor en el equipo de escritorio. A su vez,
se traduce en menor temperatura en el equipo.
Confiabilidad de un SSD
Los SSD son realmente confiables. Existe una miríada de
historias de terror al respecto, donde la más sonada es la limitada cantidad de
grabaciones que tiene esta tecnología—en algunos casos se dice que una unidad
SSD dura apenas poco más de dos años. Muchos de estos mitos tienen que ver con
los primeros años de los SSD donde la tecnología estaba en pañales y había que
ser muy cuidadoso con la forma en que se utilizaban. En la actualidad, la
tecnología Flash ha mejorado sensiblemente, al punto de que podrían pasar hasta
54 años antes de que la unidad falle.
En el sitio TechReport
se hizo un análisis durante más de 18 meses, poniendo a un puñado de SSDs a
prueba con exageradas cantidades de grabación en ellas. Es de destacar su
siguiente párrafo:
“En los pasados 18 meses,
hemos visto a las modernas SSD escribir mucho más datos de lo que la mayor
parte de los usuarios necesitarán. Los errores no aparecieron en la serie
Samsung 840 aun después de 300TB de escrituras, y se requirió de más de 700TB
para que se presentaran las primeras fallas. El hecho de que la 840 Pro
excediera 2.4PB no es nada sorprendente, incluso al tratarse de algo
académico.” (traducción propia)
Si tomamos en cuenta los 700TB, el umbral más bajo de error,
Usted podría estar escribiendo 100GB por día sin descansar y tendrían que pasar
19 años antes de que la unidad falle. Con los 2.4PB, con esa misma tasa de
escritura pasarían 54 años. Cabe hacer notar que un usuario promedio graba
alrededor de 5 a 10GB por día (los usuarios exigentes, de 20 a 40GB). Así, un
usuario normal vería pasar al menos 192 años antes de que la SSD falle (y uno
exigente unos 50 años). En otras palabras, lo más seguro es que Usted cambiará
de computadora antes de que la SSD falle.
Por supuesto que existen sus excepciones, donde la calidad
de los materiales, o un lote con defectos de fabricación podrían ser la fuente
de una miríada de problemas con la SSD. Quizá uno de los mayores problemas es
que si una unidad SSD falla, difícilmente podrá recuperarse un byte de
ella—cosa que no ocurre con los discos duros estándar, que podrían tener la
posibilidad de recuperar la información, aunque a precios muy altos. Ante ello,
y como ocurre con cualquier unidad de almacenamiento, haga copias de seguridad
de su información con frecuencia (la regla de oro es: prepararse como si
supiéramos que mañana fallará la unidad).
Sugerencias
Hay una serie de parámetros que se sugiere que se usen en
una SSD. Sin embargo, sistemas operativos como Windows 10 están más que
preparados para hacer las optimizaciones necesarias en una SSD, por lo que poco
o nada hay que hacer. Con todo, cabe tener en cuenta algunas sugerencias.
Desfragmentación
Si bien la desfragmentación es un proceso realmente recomendado
en los discos duros estándar, hace muy poco—si no es que nada—por un SSD. Al
ser una memoria, los datos fluyen mucho más rápido y la fragmentación zahiere
marginalmente al rendimiento. Por ende, los programas de desfragmentación no
son necesarios en un SSD. De hecho, a partir de Windows 8.x la desfragmentación
integrada se deshabilita cuando se detecta una unidad SSD, así que procure no
habilitarla. Insisto, no le traerá beneficio alguno (particularmente, porque el
comando TRIM realiza una tipo de “recolección de basura” que en algún momento
podría ser dañino en un proceso de desfragmentación).
Deshabilitar Superfetch y Prefetch
Estas tecnologías tienen por finalidad mejorar los tiempos
de respuesta de una unidad de almacenamiento, particularmente las unidades
lentas. Si Windows 8.x o superior percibe que el SSD instalada es
suficientemente rápida, automáticamente las deshabilitará. Si de todas formas
quiere deshabilitarlas, puede hacerlo sin problemas.
Eliminar el archivo de paginación
Uno de los crasos errores es pensar que el archivo de
paginación no es necesario con un SSD. El archivo de paginación es necesario
con cualquier unidad de almacenamiento y sin importar la cantidad de memoria
RAM que tenga su sistema. De hecho, en el archivo de paginación se almacena la
información de error cuando aparece alguna pantalla azul en el sistema. No lo
deshabilite. Permita que Windows se haga cargo de su manejo.
Deshabilitar la Restauración del sistema
Cuando se instalan aplicaciones o controladores, Windows
genera puntos de restauración por si acaso algo sale mal. Deshabilitar esta
característica no traerá beneficios, y sí problemas pues podría requerirse la
reinstalación del sistema por algún error o algún funcionamiento inadecuado.
Evite esta práctica.
Deshabilitar el servicio de indizado o el servicio de búsqueda de Windows
Si bien un SSD es rápido, cualquier cosa que permita mejorar
la agilidad de carga y búsqueda de archivos siempre será bienvenida. El
servicio de indizado no graba demasiada información en la unidad, así es que no
verá ningún beneficio de deshabilitarlo. Al contrario, sus búsquedas serán más
tardadas.
Deshabilitar la hibernación
La hibernación es una característica que permite arrancar
rápidamente al sistema pues graba su estado sin utilizar energía eléctrica
(como sí lo hace el modo Sleep). El espacio que ocupa la hibernación es muy
poco, así que no verá beneficio alguno de deshabilitar la hibernación y, al
contrario, se perdería de esta característica.
Poner al sistema en modo de Alto Rendimiento
Con esta práctica lo único que logrará es consumir mayor
cantidad de energía eléctrica y mayor temperatura en su equipo. Además, al ser
de estado sólido, si un SSD se inhabilita (o se duerme) Usted no percibirá el
tiempo que tarda en despertarse pues no tiene que poner a girar absolutamente
nada: simplemente, la unidad se vuelve a prender y responde prácticamente de
manera instantánea. No, ningún beneficio, salvo, tal vez, una mejora de entre 2
y 3% de rendimiento en general (lo cual no se percibe).
Deshabilitar el vaciado de caché de escritura
Es mejor que no lo haga. Si lo hace, podría perder
información en caso de una falla de energía. En algunos casos, esto podría,
incluso, reducir el rendimiento de la unidad.
Conclusiones
Definitivamente, el uso de unidades SSD es altamente
recomendable. El rendimiento de los equipos se verá muy beneficiado así como su
confiabilidad. Conforme su uso se va popularizando, los SSD han ido bajando de
precio. Antaño, de acuerdo con precios de PriceWatch, los SSD de 500GB costaban
más de 600USD. En la actualidad pueden encontrarse por 160USD, lo cual los hace
más accesibles. En cuanto a su configuración, confíe en Windows 8.x o 10:
realmente sabe qué hacer cuando se le instala una SSD.
Finalmente, hay una interesante herramienta que le permitirá
conocer qué tanto tiempo de vida probable tendría su SSD, se trata de SSD Life
(http://ssd-life.com) una interesante
herramienta que ofrece información respecto a la SSD y algunos otros datos.
Existe la versión de prueba y puede adquirirse en el mismo sitio del fabricante
por alrededor de 16 USD. ¡Nos seguimos leyendo!
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