Responder sin comprender: la paradoja de los modelos lingüísticos de la IA
Resumen ejecutivo
Los modelos de
lenguaje de gran escala han transformado la forma en que interactuamos con
textos, automatizamos tareas y consultamos información. No obstante, su
capacidad para generar respuestas plausibles ha provocado una falsa impresión
de que comprenden lo que dicen. Este ensayo examina esa ilusión a la luz de la
semiótica, la filosofía del lenguaje y la inteligencia artificial, e incorpora
los aportes del artículo de Bender et al. (2021) y del experimento mental del
Cuarto Chino de John Searle. Se sostiene que estos modelos no comprenden, sino
que siguen una estructura de lenguaje para responder con lo que simulan
comprensión, lo que plantea riesgos éticos y epistémicos. Se propone una
alfabetización tecnológica crítica como vía para un uso responsable de estas
herramientas.
Introducción
El crecimiento
exponencial de los modelos de lenguaje natural ha abierto nuevas posibilidades
en la automatización de tareas cognitivas: redacción, resumen, traducción,
programación, asesoramiento técnico y hasta acompañamiento emocional. No
obstante, dicha versatilidad ha generado una peligrosa ilusión: la sensación de
que estos modelos "comprenden" lo que dicen. Estas respuestas, carentes
de bases semánticas e intencionales, han sido objeto de críticas como las
planteadas en el artículo "On the Dangers of Stochastic Parrots" de
Bender et al. (2021). El presente ensayo profundiza en esta problemática, y
destaca, en particular, el análisis del apartado 4 de dicho artículo.
Antes de desarrollar
este punto, es necesario abordar una cuestión de fondo: la propia definición de
inteligencia. A pesar de los múltiples intentos por establecer una
conceptualización universalmente aceptada, la comunidad científica no ha
llegado a un consenso definitivo. La American Psychological Association (APA)
ha señalado que la inteligencia es un constructo que implica la habilidad para
razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender
ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia. Sin
embargo, esta definición ha sido objeto de debate por su ambigüedad operativa y
su variabilidad cultural y contextual.
En el campo de la
inteligencia artificial, esta indeterminación se vuelve aún más compleja. Como
afirma Legg y Hutter (2007), existen tantas definiciones de inteligencia como
autores que la estudian. Por ello, cualquier afirmación sobre si un sistema "es
inteligente" o "comprende" debe evaluarse de forma crítica, en
función de los marcos epistemológicos que se utilicen. En este sentido, el
debate sobre la comprensión en los modelos de lenguaje no puede desligarse de
esta discusión más amplia sobre qué se entiende por inteligencia.
Contexto del
artículo de Bender et al. (2021)
En su influyente y
controversial artículo, Bender y colaboradores advierten sobre los riesgos
éticos, sociales y ambientales de los modelos de lenguaje de gran escala. Se
introducen seis ejes críticos:
- Impacto ambiental: El entrenamiento de modelos masivos
requiere un enorme consumo energético y genera una huella de carbono
considerable. Se cuestiona la sostenibilidad de seguir ampliando el tamaño
de estos sistemas.
- Calidad y curación de datos: Muchos modelos se entrenan con datos
recopilados de forma indiscriminada desde la web, lo que incorpora sesgos,
desinformación, lenguaje ofensivo y estereotipos.
- Hegemonía cultural y lingüística: Los corpus de entrenamiento tienden a
estar dominados por contenido en inglés y de culturas occidentales, lo que
margina a otras lenguas y formas de conocimiento.
- Falsa apariencia de comprensión: Los modelos pueden generar texto
coherente y convincente que aparenta entendimiento, pero carecen de acceso
semántico real o intencionalidad comunicativa. Este punto será el eje
central del presente ensayo.
- Falta de documentación ética: Se denuncia la opacidad en torno a cómo
se construyen y entrenan estos modelos, así como la carencia de protocolos
éticos transparentes.
- Uso malicioso: La capacidad para generar contenido
convincente puede facilitar la creación de desinformación, manipulación
política, discursos de odio y otros usos maliciosos.
Nos centraremos a
continuación en el cuarto punto, cuya relevancia epistemológica y filosófica
exige una reflexión detallada, pero antes le daremos un vistazo a la semiótica.
Aportes de la
semiótica al análisis de la comprensión simulada
La semiótica,
entendida como la ciencia de los signos, proporciona herramientas conceptuales
fundamentales para comprender los límites de los modelos lingüísticos actuales.
En términos generales, la semiótica analiza cómo los signos (sean palabras,
imágenes o símbolos) representan algo para alguien en un contexto
determinado.
Autores como Ferdinand
de Saussure y Charles Sanders Peirce establecieron que todo signo consta de dos
dimensiones fundamentales: una forma perceptible (el significante) y un
contenido mental o conceptual (el significado). Para Peirce, además, todo signo
implica una relación triádica entre el signo, su objeto y su interpretante, lo
cual presupone un agente interpretante capaz de dar sentido a partir del signo.
Los modelos lingüísticos, sin embargo, operan únicamente con los
significantes: manipulan cadenas lingüísticas sin acceder a sus referentes ni
producir interpretantes genuinos.
Esta disociación entre
significante y significado es clave para entender la falsa apariencia de
comprensión. Como ha señalado Umberto Eco en su Tratado de Semiótica General
(1975), el proceso semiótico no se limita a una codificación-decodificación
mecánica; exige contextos, intenciones y competencias culturales. El modelo
estadístico de los LLMs carece de dichas competencias, aunque pueda emularlas de
manera superficial.
Por tanto, desde una
perspectiva semiótica, la producción textual de estos sistemas no constituye
una verdadera semiosis, sino una simulación formal sin contenido semántico
pleno. Esta idea refuerza el argumento de que dichos sistemas no comprenden,
sino que reproducen estructuras lingüísticas desprovistas de interpretación.
La apariencia de
comprensión: un análisis por niveles
- Nivel semántico: El modelo no accede al significado.
Cuando genera una frase como "el Sol es una estrella", no activa
representaciones del cosmos ni distingue entre una estrella y un planeta.
La frase se selecciona por su alta probabilidad estadística dentro del
contexto. No hay referencia externa, solo correlaciones internas.
- Nivel pragmático: El modelo carece de intenciones
comunicativas. No tiene deseos, metas ni conciencia. Por tanto, frases
como "te recomiendo que descanses" no se basan en empatía, sino
en patrones aprendidos de interacciones humanas.
- Nivel epistémico: El modelo no posee conocimiento en el
sentido humano. No distingue entre información verdadera o falsa, a menos
que se le haya instruido de manera explícita a reconocer tales criterios.
Opera sobre distribuciones probabilísticas, no sobre convicciones o
verificación empírica.
Paralelismo con el
Cuarto Chino de Searle
El experimento mental
de John Searle (1980) ilustra cómo una persona que manipula símbolos chinos mediante
reglas gramaticales puede parecer competente en el idioma sin entenderlo. Lo
mismo ocurre con los modelos de lenguaje: operan sobre símbolos sin comprender
su significado. La competencia lingüística no implica comprensión semántica.
Consecuencias de la
falsa comprensión
- Confianza indebida: Usuarios que interactúan con modelos de
lenguaje podrían depositar excesiva confianza en sus respuestas sin
verificar fuentes ni evaluar su fundamento.
- Desinformación convincente: La fluidez del lenguaje puede disfrazar
errores fácticos o sesgos como si fueran hechos bien fundados.
- Delegación acrítica: Automatizar decisiones basadas en
respuestas generadas sin comprensión real puede derivar en consecuencias
éticas, médicas, legales o sociales indeseables.
Hacia un uso
crítico y pedagógico de los modelos
Reconocer la paradoja de responder sin comprender exige alfabetización
tecnológica. Los usuarios deben ser formados para distinguir entre generación
lingüística y comprensión, verificar fuentes y contrastar información, y exigir
transparencia sobre los límites de estos sistemas.
La responsabilidad
también recae en los desarrolladores, instituciones educativas y comunidades de
investigación para generar marcos éticos de diseño, evaluación y aplicación de
modelos lingüísticos.
Conclusión
Los modelos de
lenguaje actuales son una proeza de la ingeniería estadística, pero no poseen
comprensión genuina. Su efectividad al simular interacción humana los hace
valiosos, pero también peligrosos si se confunden sus capacidades con una
inteligencia que no poseen. Adoptar una postura crítica, informada y pedagógica
es esencial para convivir de forma ética y productiva con estas herramientas.
La alfabetización
tecnológica debe ser una prioridad, lo que permitirá a los usuarios discernir
entre generación lingüística y comprensión real, verificar fuentes y contrastar
información. Además, los desarrolladores, instituciones educativas y comunidades
de investigación tienen la responsabilidad de establecer marcos éticos para el
diseño, evaluación y uso de estos modelos. Solo así podremos aprovechar sus
beneficios al tiempo que mitigamos los riesgos asociados a su uso indebido.
Referencias
American Psychological Association. (2023).
Intelligence. En APA Dictionary of Psychology. Recuperado de https://dictionary.apa.org/intelligence
Bender, E. M., Gebru, T., McMillan-Major,
A., & Shmitchell, S. (2021). On the Dangers of Stochastic Parrots: Can
Language Models Be Too Big? In Proceedings of the 2021 ACM Conference on
Fairness, Accountability, and Transparency (pp. 610–623). ACM. https://doi.org/10.1145/3442188.3445922
Eco, U. (1975). Tratado de semiótica
general. Lumen.
Legg, S., & Hutter, M. (2007). A
collection of definitions of intelligence. Frontiers in Artificial
Intelligence and Applications, 157, 17–24. https://doi.org/10.3233/978-1-58603-750-2-17
Peirce, C. S. (1931–1958). Collected
Papers of Charles Sanders Peirce (C. Hartshorne & P. Weiss, Eds.).
Harvard University Press.
Saussure, F. de. (1916). Curso de
lingüística general (C. Bally & A. Sechehaye, Eds.). Payot.
Searle, J. R. (1980). Minds, brains, and
programs. Behavioral and Brain Sciences, 3(3), 417–457. https://doi.org/10.1017/S0140525X00005756
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